Nos interesaba trabajar entre lo serio y lo ridículo, atravesar con esa cuerda floja el abismo que toda representación ofrece. Y exactamente, ¿para qué? Dudo que lo lleguemos a saber absolutamente, y parte de ese trabajo (de saber) pertenece al espectador, pero yo diría que sirve para desembolsar esa mala leche que hace falta cuando la realidad rechaza, sonriendo y con palabras bonitas, nuestra buena fe.
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