Texto (castellano)

LA SAL DE LA VIDA
(Roger Colom y Gemma Peris)


1 Personaje: MUJER / PRESENTADORA

La obra se inicia con el montaje de la escenografía ante el público que accede a la sala, mientras se escuchan, de fondo, las cuñas publicitarias de una emisora de radio.
El texto de las cuñas es el siguiente:

CADENA PERPETUA. La radio de la juventud española.
Y ahora, queridos consumistas, unos consejos publicitarios de nuestros patrocinadores.

(Droguería-Perfumería Casa Rodríguez)
En la Droguería-Perfumería Casa Rodríguez encontrará los mejores artículos para el aseo de su hogar y de su persona. Drogueria-Perfumeria Casa Rodríguez. Visítenos en cualquiera de nuestras 27 tiendas. Drogueria-Perfumeria Casa Rodríguez. La de aquí al lado.

(Interiorismo y decoración “La Termita”)
Sí amiga, es el fin del mundo. Y también el de sus muebles. Si la última plaga de carcoma ha devorado sus muebles, no dejando ni los huesos, ni siquiera restos de su tejido personal, no sufra más. En interiorismo y decoración “La Termita” todos loa muebles son de hierro y aluminio. Interiorismo y decoración “La Termita” y olvidesé de las plagas.

(A Casa Viajes)
Las mejores vacaciones, las travesías más exóticas, los cruceros más lujosos. Todo eso no son más que pajas mentales. No hay nada mejor que quedarse en casa durante las vacaciones. A Casa Viajes les ofrece un més entero de vacaciones sin tener que abandonar su hogar. En A Casa Viajes se lo organizamos. A Casa Viajes, viajes a casa.

(Peluquería canina Afro)
Dicen que los perros se parecen a sus amos, pero su perro es un impresentable, su perro es una bola que greñas malolientes, su perro no es más que un chucho despeinado. Traigalo a la Peluquería canina Afro y su perro se parecerá tanto a usted que hasta sus hijos lo confundiran por la calle. Peluquería canina Afro, perros a la moda.

(Librería-Papelería “El Eslabón Perdido”)
¿Es la cultura, un paraíso perdido? Nuestra historia, ¿será siempre una vía hacia la extinción? La poesía, ¿una llanura de olvido? ¿Quiénes somos?, ¿Adónde vamos?, ¿De donde venimos? ¿Qué horas son estas de llegar a casa? En Librería-Papelería “El Eslabón Perdido” encontrará la respuesta a estas preguntas. Librería-Papelería “El Eslabón Perdido” especialistas en libros de autoayuda.

(Immobiliària “La Ruina”)
Las salidas al aire libre siempre son importantes para un niño, pero todo depende del piso que se habite, del emplazamiento y de las posibilidades que tenga la madre de poder salir. En inmobiliaria La Ruina estamos dispuestos a ayudarle a encontrar el piso ideal. Venga a vernos, en calle Canuto 3º, número 25 bis, 1º, 2º. Inmobiliaria La Ruina.

(Etimología “El Pernil”)
El origen de las palabras será un misterio para usted, pero no para nosotros. En Etimología “El pernil” conocemos las fuentes del idioma como nadie más. No tenemos competencia. Etimología “El pernil” donde todas las palabras son mayores.

(Peluquería Francis)
Peluquería Francis. El verdadero lujo de la belleza, la peluquería convertida en arte. Peluquería Francis. Los mejores productos para su cabello, piel y manos. En la Peluquería Francis le recibirán un equipo de profesionales con la más alta calificación municipal.
Peluquería Francis: estilistas, gabinete de belleza, tratamientos faciales, manicura, pedicura, botulismo, drenaje linfático, micropigmentación, fangoterapia, solarium, unisex. Financiación personalizada.

(Ferretería La Ingle)
Las paperas tienen muy mala reputación entre los padres que no las han sufrido. En Ferretería La Ingle tenemos la solución. En Ferretería La Ingle hemos renunciado a la clandestinidad. Ferretería La Ingle, un universo de hierros y otros chismes cuya utilidad aún se desconoce.

(Universidad Liberal Fernando VII)
Cuqui? Si, estoy supercontenta. Me acabo de sacar el doctorado en técnica especialista en uñas y pedicura por la Universidad Liberal Fernando VII. Estoy super emocionada. Oye, y mañana entro a trabajar en la peluquería de Paquita. Es mi primer contrato basura. Universidad Liberal Fernando VII. ¡Vivan las cadenas!

(Alta costura “El Caballito”)
¿Resultó una horterada el vestido que llevó usted a la última boda? ¿Oye todavía las risas de sus amigas y conocidas? No se preocupe más. En alta costura “El Caballito” no sólo le pondremos las pilas, sino que la insertaremos, incluso con calzador, en un vestido la mar de bonito. Déjese ya de hacer el idiota y venga a “El Caballito”. Calle Cueros S/n. Polígono industrial Virgen de las Dos Cabezas.

(Pollería Cecilia)
Para los gazpachos y la sartén los mejores productos.
Pollos de granja, gallinas de corral, conejos como los de antes... ay! Y aquellos huevos de la abuela.
Encontrará todo esto en Pollería Cecilia, una polleria tradicional. Pregunte por la señora Cecília, el mejor trato y el más personal.
Pollería Cecilia. Productos ancestrales.

(Bar París)
¿Cuantas veces se ha visto usted en la necesidad de comer fuera y ha visto que los menús que le ofrecían eran una... mierda? ¿Cuantas veces se ha arrepentido de no traer el bocadillo de casa? Bar París. Donde el buén gusto y el precio asequible se dan la mano. Bar París. Donde le atenderan Pepe y Marifé. Bar París.

(Carnicería el Monarca)
Para gobernar la monarquía parlamentària, y para la carne, Carnicería el Monarca, donde usted encontrará los chuletones más sabrosos, las costilla de Adán, chorizos como para aprender a robar. Y todo esto a precios absolutamente espectaculares.
Porque sólo lo mejor es suficiente, no lo olvide, Carnicería el Monarca. La de la esquina.

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(La MUJER entra, con un cubo y una fregona, cantando “Tatuaje” de Concha Piquer. Friega. Coge el multiusos y un trapo y limpia el espejo. Deja el multiusos de nuevo en su sitio. Va hacia la mesa, se sienta. Se pone las gafas.)

PRESENTADORA: Queridas amigas, muy buenos días y bienvenidas a un nuevo programa, La Sal de la Vida. Un programa donde queremos compartir con todas ustedes todos esos pequeños consejos para vivir mejor, para vivir en armonía. Aunque también para ellos porque, afortunada o desgraciadamente, cada vez más los hombres tienen que estar en casa y se preocupan por la educación, por aprender a cocinar, por todas esas labores que siempre hemos tenido que hacer las mujeres; o porque están en el paro o porque desgraciadamente se han quedado viudos, o permanecen solteros. Ellos también queremos que formen parte de nuestro programa, La Sal de la Vida, su programa, queridas amigas.

¿Y porqué La Sal de la Vida? La sal, amigas, es la chispa de la vida, es la alegría, el placer, la ilusión. Una persona salerosa es una persona que invita al diálogo, a la fiesta, a la animosidad.
Nuestro cuerpo es en un 70% agua, y ese agua, el plasma, tiene gran cantidad de sal, ¿a
que sí? ¡Por eso la sal es vida! Por ejemplo, si vamos al médico y después de exhaustivos análisis nos indican que nos ha subido el azúcar, el médico nos dirá que tenemos diabetes, y a casi nadie le gusta estar enfermo. Además, si no fijamos, más del 50% de la palabra salud, ¡es sal! Así que recuerden queridas telespectadoras, la sal es chispa, la sal es vida.

Por otro lado también, pensemos: ¿dónde vivimos? En el Mediterráneo. Nuestro país es básicamente mediterráneo, está bañado por el Mare Nostrum, con esa arena cálida, ese sol brillante y que nos depara esa luz tan especial y de color naranja, por esa sal que el viento de levante nos trae y que nos llena cada día. Sí, sí, es cierto, ya se que me dirán que hay zonas en nuestro país bañadas por el Cantábrico y por el Atlántico, pero detengámonos un instante a pensar, fundamentalmente atlánticos son los portugueses, pero ellos si que son europeos. Así que, teniendo en cuenta nuestra mediterraneidad, esa sal que está en el aire, que llevamos en la sangre, que nos cubre cada día como si fuésemos... lubinas, o doradas, tenemos que aprovecharla, tenemos que llenarnos de ella. Porque cuando nos levantamos por la mañana y nos miramos en el espejo, ¿qué es lo que vemos?...

MUJER: ¡No!

PRESENTADORA: Amigas, como ya saben, la publicidad ordena y manda en la televisión. Ahora haremos una pequeña pausa, pero en poco menos de una eternidad volveremos para hacerles compañía, aquí, en La Sal de la Vida. Hasta ahora. (Va a por el multiusos y el trapo. Empieza a limpiar la mancha.)

MUJER: Ya está. Ya ha tenido que pasar Paco con esas manazas, el muy guarro y mancharme la pared. ¡Y esta no se va! Tendré que volver a pintar, y que no me haya manchado nada más, porque vamos. ¡Ay!, pintar, pintar, pintar. ¡Qué desastre! ¡Si es que está en el medio de la pared! Y el sofá, tendré que cambiar el sofá porque esto ya no puede ser. Este sofá está que da asco y yo, yo estoy harta de limpiar fundas, tendría que ser un sofá de micro fibra que no se ensucia... Y la lámpara, Pero claro Paco no va a querer, y ahora yo ¿qué hago?

No, ya está, claro, si llamo a Cati. Es su única sobrina, la hija de su único hermano, es la
niña de sus ojos. Sí, sí, sí, sí, sí, sí, yo hablo con Cati, que además trabaja en una tienda de decoración. Ella hablará con Paco. Yo la llamo: “Catalina, cariño, operación re-decoración” y ella me ayudará, me acompañará a comprar y sobretodo le convencerá.

PRESENTADORA: Amigas, quiero que recibamos con un fuerte aplauso a nuestra primera invitada, una gran especialista en decoración e interiorismo, Catalina Cullell. Catalina, adelante. Por favor un fuerte aplauso. (No entra nadie.)

Muy buenos días Catalina. La decoración. Cómo llenar de color, de vida, nuestro hogar, cómo darle ese matiz personal, ese punto de orgullo que hace que sea nuestro y de nadie más. Empezaremos, por ejemplo, con la pintura, porque el color de nuestras paredes crea ambiente, da vida, da todo eso que queremos propinarle a nuestra existencia. Por ejemplo, si queremos decorar nuestra habitación, el dormitorio, ese espacio de reposo, de calma y de paz, debemos buscar colores que nos lleven al descanso, a la calma, a la paz, a la tranquilidad. La habitación podría estar pintada con colores tenues, pastel, un agua-marina, un verde, un ocre muy suave, eso dará un paréntesis merecido a nuestras inquietudes diarias. Igual que en el estudio o en el saloncillo donde reposamos después de comer, cuando toda la sangre nos llena el estómago y nos deja postrados, inútiles para cualquier actividad que no sea la siesta.

Por otra parte, si lo que queremos es pintar todos esos espacios donde recibimos a nuestros amigos, donde celebramos las cenas, las fiestas, ahí tenemos que darle vida, color, espíritu, ¡sal! Nuestro salón pintado de un color teja, o, si realmente somos atrevidas, ¿por qué no ir más allá, hacia los fucsias, los morados? Eso le dará un punto chic y moderno que probablemente sorprenderá a todos esos amigos y familiares que vienen a vernos por compromiso. El color, el color tiene que llenar la casa. Y no olvidemos que todo esto debe ir acompañado por la decoración, por un mobiliario sutil y moderno. Las cortinas, por ejemplo.

Las cortinas, amigas, son fundamentalísimas en la casa, porque visten nuestro hogar, son la tela, el vestido de nuestras habitaciones; y no tienen porque ser unas cortinas clásicas, de riel, si no queremos. Se pueden colocar esos magníficos stores que caen en recto sujetados por esas varillas de plástico y que generalmente se dejan adquirir en multitud de colores, que bien combinados, deben amortizar perfectamente con el ambiente que queremos crearen el salón o en la habitación. O, reincidiendo en la modernidad, si realmente somos atrevidas, amigas, ¿por qué no colgar esas fantásticas persianas de vinilo que caen, dándole un aspecto informal, como de oficina, rompedor, pero sin caer en la extravagancia inútil? Además, si en la familia vive un artista siempre se le puede subvencionar para que decore esas persianas de vinilo con un pequeño collage, o una pintura. De tal modo, podrán hacer de su casa, un hogar realmente personal, único, en régimen de propiedad para siempre, o hasta que la muerte los separe. ¿Y qué decir del mobiliario? De todos esos grandes y pequeños objetos, que nos entierran en una vida más fácil. Amigas, el pino está pasado de moda; sí, ya lo se, dirán ustedes: es un gran clásico, es un mueble que da calor, es el rey de los materiales, es cierto amigas. Pero en una época en la que aspiramos a la modernidad, en la que buscamos tiempo, debemos buscar también materiales nuevos, materiales que nos lleven a donde se encuentra ese tiempo. El aluminio y el vidrio, por ejemplo, amigas, es el imperio. Imagínense, una mesa de centro café, con una estructura de aluminio brillante y encima, gobernándola, una placa de vidrio de 5 cm. de espesor. Eso nos dará espacio, la luz atraviesa el cristal, amigas, y además, con un solo producto, un multiusos, conseguiremos limpiar todas las superficies de la casa. Ahorraremos tiempo, tiempo para nosotras.

Un sábado por la tarde, cuando llega nuestro marido con sus amigos para ver el partido y se tumban en el sofá...

MUJER: ...y ponen los pies encima de la mesa y esperan que tú le traigas esos canapés, esos sándwiches de mortadela que les has preparado con tanto cariño, las cervecitas bien frías...

Sí, los sándwiches de mortadela que les has preparado con cariño, que te has pasado horas y horas en la cocina, pero resulta que te has equivocado de mortadela – “Esta no es la mortadela de siempre, cielito. ¿Se puede saber qué coño has estado haciendo todo el día? ¿Y qué mierda de sándwich es esta?” – Él siempre gritando, siempre se queja...

PRESENTADORA: Amigas, el fútbol, las mujeres también podemos ser adictas. Sí amigas, estamos en una época, como ya hemos comentado antes, de igualdad de oportunidades, una época donde todas y todos tenemos el mismo calado en la sociedad. Entonces amigas, teniendo en cuenta que a nuestros maridos les encanta que nosotras nos pleguemos a sus aficiones, si a ti te gusta el fútbol y a él le gusta el fútbol, tendrá que compartir. Hallaréis la misma alegría, la misma animosidad de cara a un evento tal como es un partido. ¡Ya no serás tú la que se pase horas y horas en la cocina preparando esos sándwiches, la que tenga que bajar al supermercado a comprar las cervezas!¡No amigas! Teniendo en cuenta que a nuestros maridos les encanta que nosotras nos pleguemos a sus aficiones, si a ti te gusta el fútbol y a él le gusta el fútbol, tendrá que compartir. Hallaréis la misma alegría, la misma animosidad de cara a un evento de la envergadura de un partido. ¡Ya no serás tú la que se pase horas y horas en la cocina preparando esos sándwiches, la que tenga que bajar al supermercado a comprar las cervezas! ¡No amigas! Teniendo en cuenta que a nuestros maridos les encanta que nosotras nos pleguemos a sus aficiones, si a ti te gusta el fútbol y a él le gusta el fútbol, tendrá que compartir. Hallaréis la misma alegría, la misma animosidad de cara a un evento de la envergadura de un partido. ¡Ya no serás tú la que se pase horas y horas en la cocina preparando esos sándwiches, la que tenga que bajar al supermercado a comprar las cervezas! ¡No amigas! Él querrá compartir todo eso contigo, querrá formar parte de esa preparación, igual que tú formas parte de la eucaristía nacional que es el fútbol.

Pero ¿qué tiene el fútbol que haga que nosotras nos podamos aficionar? Ahora me dirán, ¡ay pícara, pícara! Pensemos, veintidós hombres, cuarenta y cuatro piernas, jóvenes, ágiles, enérgicas, musculosas, sudadas, llenas de cicatrices por las múltiples operaciones de menisco y peroné, con esos equipamientos de pantalón corto, con esas camisetas de fibra sintética, esos calcetines. Los futbolistas son jóvenes y ricos. ¿Quién no querría un futbolista como marido? Y todo eso, sin contar con los tres personajes de negro que suben y bajan dándole al pito y dejando caer todo el peso de su autoridad. Bueno, ahora ya no van de negro. Porque por suerte, también la modernidad, también la moda se instala en nuestro deporte. Sí, amigas, la moda.

Quiero que recibamos con un fuerte aplauso a nuestra siguiente invitada, nuestra especialista en moda y estética, Jennifer Pérez, por favor un fuerte aplauso. (No entra nadie.)

Jennifer, bienvenida nuevamente a La sal de la vida, siéntate aquí por favor, a mi lado. La semana pasada comentábamos como la moda de los futbolistas había penetrado nuestra vida cotidiana y hoy nos vamos a introducir en un nuevo deporte, que a su vez tiene tanto que ver con los futbolistas, estamos hablando, como todas ustedes ya habrán adivinado, del golf. Pero antes, si no te importa Jenni, yo quisiera que volviéramos al tema de los futbolistas. Verás la otra noche, en una fiesta... –porque la gente de la televisión, queridas amigas, también salimos por la noche, nos gusta ir de fiesta, divertirnos vaya, también tenemos la capacidad, aunque a menudo escasa, de disfrutar de la vida.– Pues lo que te decía Jenni. La otra noche, en una cena con gente de la televisión, vi entrar una jovencita –bueno, ya no tan joven: tendría unos 24 ó 25 años– que iba exquisitamente vestida. Exquisitamente vestida pero al mismo tiempo, juvenil, alegre, fresca. Vestía un pantalón estrecho, muy ajustado pero no excesivamente corto, porque no pretendía provocar, con una camiseta ancha con un deportivo escudo, y un detalle que me hechizó: en la cabeza llevaba, a modo de tocado, un pañuelo o bufanda deportiva, que le daba un aire de absoluta…, gracias Jenni de absoluta deportividad. Y eso me condujo a cavilar mucho, pero muchísimo. ¿Cómo podemos adaptar toda esa moda deportiva a nuestra vida cotidiana, a nuestros acontecimientos, a nuestras celebraciones? Piénsenlo amigas, qué maravilloso sería poder ir a una boda, a un cóctel, o a una cena, cómodas a la par que elegantes y para nada ostentosas. Una falda plisada con un tejido brillante y con caída, una blusa o camiseta que no quede muy pegada al cuerpo y con un pequeño detalle, el escudo de nuestro equipo favorito; y en las piernas, otra de las cosas que me apasionan del deporte, utilicemos esas... esas medias largas, que llegan hasta la rodilla, con colores vivos y con un dibujo que haga juego con el escudo de la camiseta; y por fin amigas, la revolución. Coronemos el pié con un zapato brillante, de charol o de cualquier sucedáneo, muy de moda, elegante y plano. ¡Ay amigas!, poder evitar el tacón. ¿Cuántas de nosotras hubiésemos querido ir sin tacones, pero sin perder la elegancia, a la celebración de los momentos más importantes de nuestra vida?

MUJER: Bueno, yo habría pagado lo que fuera por no llevar tacones el día de mi boda. Tú no sabes lo que es que en la discoteca a las cinco de la madrugada tengas los pies como si te hubiera pisado Merceditas, mi vecina la del 5º; menos mal que en el 84, los zapatos eran de tacón cubano, que es tacón pero bajito. El día de mi boda... Yo, era la mujer más feliz del mundo. Estaba perfecta por fuera, y por dentro. Pero para llegar a eso... Depilación completa, a la cera, de piernas, ingles y axilas, y depilación eléctrica en cejas y bigotito... Y la manicura, pedicura, masajes corporales. Bueno, y el régimen. Dos meses de régimen estricto, pero estricto eh? Todo era a la plancha. Verdura a la plancha, pollo a la plancha, carne a la plancha, pescado a la plancha, ¡¡¡HASTA EL ARROZ ME LO HACÍAN A LA PLANCHA!!! Sin contar con que dos días antes de la boda tuve que hacer el régimen de la Luna: dos días a base de tres litros y medio de agua con limón al día. Pero llegué, perfecta. Mi vestido... a mi es que me encanta Audrey Hepburn y me apasiona la película Sabrina. Yo quería el vestido que lleva Sabrina en la fiesta nada más llegar de París. Un vestido con escote palabra de honor bien, bien, bien ajustado al cuerpo, con una especie de vuelo y una cola que no llega a tocar el suelo. El modisto no paraba de quejarse: “Vamos a ver bonita, cómo te lo tengo que decir, vos no tenés tetas para lucir ese vestido. No las tenés, guapa, y no las vas a tener nunca. Mirá no pienso pasarme horas y horas para que al final te quede como una mierda y además tenga que firmarlo yo. ¿Me entendiste?” Mentira. Lo firmó él, y se pasó horas y horas y horas, pero quedó... Total al final solo le hacían falta dos ballenitas bien colocadas y relleno, porque eso sí, mi delantera no es la del Real Madrid, no lo voy a negar. ¡Pero estaba...!

(Coge el mocho y empieza a fregar. Mientras friega canta una copla o bolero que no sea “Tatuaje”.)

¡Y el pelo, llevaba un peinado...! Yo tenía el pelo larguísimo, una cascada de rizos como no te imaginas, me caía todo por la espalda, por aquí. Me lo peinó Paquita, bueno, Francis. Es que resulta que hace unos años se fue a Barcelona a hacer una cursillo de esteticienne, al Instituto de Belleza Francis de Barcelona, y cuando volvió… “Señoras, se acabó, a partir de ahora, me van a llamar Francis. Cambio el rótulo y me modernizo: Peluquería Francis. Estilistas. Gabinete de belleza, tratamientos faciales, manicura, pedicura, botulismo, drenaje linfático, micropigmentación, fangoterapia, solarium, unisex. Financiación personalizada.” Las clientas más jóvenes dices bueno, pues te acostumbras, pero las más mayores, “Chica, toda la vida llamándote Paquita y ahora hay que llamarte Francis?, ¡con lo bonito que es Paquita! Cuanto modernismo y que poco salero, la verdad”. Al final en el pueblo todos la llaman Paquita-Francis. Se ha quedado así. A la cara no se lo dicen claro, pero en Paquita-Francis se ha quedado. Menos algunos hombres, que todas sabemos como son, que cuando ven que vas a la peluquería dicen: “¿Qué vas, a ver si te arregla la mula?” Por lo de la mula Francis. Pero, a la hora de trabajar es la más trabajadora. Otra cosa no, porque celestina como ella...; a las pobres chicas que tiene en la peluquería las lleva por la calle de la amargura, siempre les está buscando novio; pero bueno, peinar, peina de maravilla eh? las cosas como son. Me recogió el pelo –ay, perdona– (Va a dejar el mocho en su sitio.) estuvimos cuatro horas y media, primero me lo enrolló todo en la cabeza, me hizo la toga, con la misanplis, y después pasamos a la plancha, todo planchado, planchado, quedó liso como una tabla, recto, absolutamente liso, ya me llegaba por aquí, yo no había tenido el pelo tan largo en la vida, estaba conmocionada. Y aquí delante me dejó dos tirabuzones que la verdad, yo no sabía para qué eran, pero después me dijo: “Te voy a hacer un recogido deshecho pero muy trabajado, y con esos dos mechones te voy a dar un aire romano” y me los recogió con unas florecitas de azahar, de decoración, que combinaban a las mil maravillas con el ramo de novia. Menuda entrada en la iglesia, yo era la mujer más feliz del mundo, cuando me acuerdo todavía se me pone la piel de gallina.

(Se ve la cara en el espejo.) ¿Dónde he dejado yo el maquillaje? ¡Ah, míralo! (Va hacia la mesa. Coge el neceser.)

PRESENTADORA: (De pie mirando al público.) El maquillaje es de una importancia extrema, es nuestra carta de presentación, nuestra imagen ante el mundo. ¿Cómo conseguir un maquillaje perfecto? ¿Cómo conseguir todos esos matices que resalten nuestra personalidad? No lo duden y tomen nota de estos brillantes consejos patrocinados por Casa Rodríguez, Droguería-Perfumería, la de aquí al lado. (Se sienta. Abre el neceser y deja caer el contenido.)

UNO: Empezaremos con una crema hidratante, siempre pueden escogerla con un ligero tono de color, pero nunca superior al tono de su piel. Eso le dará luminosidad, vida. De ahí pasaremos al DOS: corrector de ojeras y labios: luz, amplitud, un rostro para la seducción. Y todo, matizado con TRES: una buena base de maquillaje, rematada con polvos de arroz, para eliminar esos brillos que a ninguna de nosotras nos gustan, dándonos el auténtico tono de porcelana que anhelamos. Y ahora CUATRO: los ojos. Los ojos son vitales. Y debemos utilizar un perfilador muy suave, que nos alargue la mirada, que nos la encienda y le de una cierta profundidad espiritual, que naturalmente será auténtica. Y todo esto acabado con CINCO: el rimel. ¿Cómo alargar esas pestañas, amigas, y cómo hacerlas infinitas, para que la caída de nuestra mirada sea la más sensual? Acto seguido SEIS: el colorete. Con el colorete deben extremar la precaución porque no todos los rostros son iguales. Tienen que saber estudiarlos y, si tienen la cara redonda, ovalada o tirando más bien a cuadrada, el colorete irá en un sitio distinto. Estudien sus facciones con sumo detenimiento. Y finalmente, amigas, lo más importante, lo que le va a dar realmente vida al rostro, SIETE: los labios. Los labios tienen que ser sensuales, tienen que incitar y provocar que la gente ansíe nuestro beso, la seducción, aunque nosotras no queramos que nos bese ni que nos seduzca nadie. Los labios tienen que ser gruesos, carnosos, brillantes. Si por desgracia es usted una mujer de labios finos, no se preocupe, con un perfilador, siempre del mismo color que el de sus labios, dibujando por encima de la línea del propio labio, conseguirá esa carnosidad que busca. Y por fin, OCHO: el color. El color debe ser terso y brillante. Pero sobretodo, amigas, debe ser permanente. Porque la noche es larga y bebemos, fumamos, nuestro marido también fuma y también bebe y quizá se pasa y NUEVE: te suelta una ostia. (Reprimiendo el llanto.) Y el pintalabios no se puede correr jamás. Ante el mundo aspiraremos a la perfección. Esa es nuestra fuerza.

MUJER: (Empieza a guardar los diferentes potingues en el neceser.) El maquillaje para la boda, me lo hizo Paquita-Francis. Era fantástico. Además me dijo: “Pero si tu ya tienes carita de ángel cariño; nada, unos retoquitos, que solo brilles, que seas la más guapa”. Y sí, sí, lo que más me gustó es que me duró casi toda la noche, incluso hasta después del banquete; casi no tuve que retocarme, era perfecto.

Ay, el banquete. Imagínate un gran salón, con una mesa presidencial enorme y delante mesas redondas para diez comensales cada una. Con manteles de lino, las cuatro copas, todos los cubiertos. Y el menú. De primero yo quería unas frivolidades, ya sabes, salmón, caviar, ahumados, paté. Pero mi suegro: “¿Frivolidades en una boda? En una boda, de primero, tiene que haber entremeses, como Dios manda, como se ha hecho toda la vida.” Es que mi suegro, como buen emigrante, es muy tradicional. Se ha pasado media vida en Alemania y es más español que la Pantoja. Así que en entremeses se quedó. Eso sí, de pata negra: jamón de Teruel, lomo embuchado... De segundo elegimos marisco. A mi me habían dicho que el marisco es afrodisíaco y claro, llegaba la noche de bodas y chica yo quería probar. Vieiras, ostras, navajas, percebes, berberechos, gambas, langostinos… Y de tercero el plato fuerte, la guinda: pato a la naranja. Mi suegro volvió a quejarse: “Ja, ya ves tú, pollo en una boda, abrase visto. ¿Pero se puede saber esta niña en que está pensando?” Lo que sí que le gustó fue el postre. Pijama: con sus banderitas y las sombrillitas... y el pastel: tarta al whisky semi-fría. Seis pisos de pastel, con las dos figuritas en todo lo alto. Lo cortamos con una navaja de Albacete impresionante.

Y el regalo de la madrina, los puros del padrino. Eso sí, yo cumplí con todos los requisitos de una novia tradicional: una cosa nueva, una cosa vieja, una cosa regalada, una cosa azul, el corte de la liga y el de la corbata, que, por cierto, sacamos dinero a espuertas.

Fue un banquete fantástico. Chica, dijera lo que dijera mi suegro, quien realmente entendía de gastronomía quedó encantado.

PRESENTADORA: La gastronomía es de vital importancia en la vida moderna. Pensemos: los grandes avances tecnológicos, todos esos nuevos electrodomésticos que llegan hasta nosotras para cocinar con más facilidad, más rápidamente, más cómodamente. Todos ellos, electrodomésticos que nos van a dar tiempo, a nosotras, nuestro propio tiempo. Combinar las antiguas recetas tradicionales, con las nuevas tendencias culinarias. Poder pasar de un potaje a una crema de verduras, a una espuma de chorizo, a una mousse de pepinillos con regaliz. Los productos de temporada, la cocina de mercado, amigas, eso es la modernidad. La verdadera cocina está en conseguir el punto de cada comida. Volvamos, si ustedes quieren, al nombre de nuestro programa: La Sal de la Vida. Ya saben: cocina dulce, cocina para todos, cocina salada, cocina para nada. Pero... ni podemos cocinar tan dulce, ni podemos cocinar tan salado. ¡Tenemos que encontrar el punto! Ese punto que hará que nuestro marido, después del ágape que le hemos preparado, se quede tranquilo, relajado en el sofá y tú, te librarás de esa somanta de palos, que todos y todas, en algún punto de nuestra existencia, nos tendremos que merecer.

MUJER: El que de verdad sabía de gastronomía era mi abuelo. Hacía unos garbanzos con aceite de oliva y unos chuletones a la brasa que eran gloria divina.

Mi abuelo, que en paz descanse, era el historiador del pueblo, junto con el médico, que ya está muy mayor el pobre. Pero de jóvenes eran socios comerciales. Resulta que aprovechando la buena situación social del señor médico y los contactos comerciales de mi abuelo, decidieron dedicarse al estraperlo. Pero no al estraperlo de productos de primera necesidad: harina, azúcar, leche, carne, lentejas. No, no, ellos se dedicaban al estraperlo de artículos de lujo. Esos eran los productos de primera necesidad de las clases altas: Abrigos de piel, sedas finas, joyas... ¿no? Una noche, mi abuelo tenia que reunirse con un contacto para recoger un cargamento de abrigos de piel; y después de encontrarse en un bar, fueron al almacén. Aquella noche hubo una redada de la guardia civil. Y detuvieron a mi abuelo y al contacto. ¡Yo no quiero ni imaginarme cómo se pondría mi abuela! Estuvieron toda la noche de interrogatorios, primero al contacto, después a mi abuelo, luego a mi abuelo, y otra vez al contacto. Por fin, a las ocho de la mañana a mi abuelo lo dejaron libre y sin cargos. Eso sí, le devolvieron todo el cargamento, porque claro, las que iban a comprar esos abrigos, eran las esposas de los mandos, y sus amantes claro. Al que no soltaron fue al otro, parece ser que se dedicaba también al estraperlo de penicilina y en aquella época, y por culpa de eso, murió mucha gente... pero bueno, la cuestión es, que después de muchos años y aprovechando su buena situación y los conocimientos históricos que tenia de la ciudad, mi abuelo quiso construir el Nuevo Círculo de Bellas Artes, el antiguo lo habían derribado los nacionales durante la guerra y mi abuelo quería levantarlo de nuevo, era su lugar de reunión. ¡Quedó! Unas cristaleras en la entrada, de muchos colores, y dentro, un salón grandioso con el suelo de mármol, y mesitas redondas, con las sillas a juego. Era estilo años cincuenta que ahora vuelve a estar de moda. Allí se reunían, organizaban cenas, bailes, celebraban lo juegos florales, hacían sus tertulias, leían el periódico, iban a jugar al ajedrez. Allí, mi abuelo le enseño a jugar al ajedrez al Monarca.

El Monarca es el carnicero de la esquina. El sobrenombre se lo puso mi abuelo, por lo de las monarquías absolutas. Resulta que de joven, y hasta hoy, ha tenido la manía de decirle a todo absolutamente algo. “La carne de hoy cariño, está absolutamente fresca”, “Hija, ¿tu te has percatado de la climatología tan absolutamente gélida que tenemos este invierno?” O, si no, cuando veía a mi abuelo: "Señor Antonio, usted sí que es, absolutamente, un señor”. Cuando voy a comprarle, él, que es más agarrao que un chotis, todavía me hace descuento: “En memoria de tu abuelo, hija mía, que me enseñó a jugar al ajedrez y me dio un barniz de cultura que buena falta me hacía. Tu abuelo era un auténtico caballero, un patriota.”

Cuando era pequeña iba al Círculo con mi abuelo, a mi también me enseño a jugar al ajedrez, y nos pasábamos tardes enteras jugando, y a veces incluso se dejaba ganar. Con él no me aburría nunca. A veces todavía juego al ajedrez con el Monarca, pero a él siempre le gano.

Mi abuelo no gritaba nunca, pero lo que decía iba a misa. Un día estaba discutiendo con mi madre y le dijo: “Mira hija, tú harás lo que te de la gana, pero la niña –es decir, yo– hará la selectividad. Es posible que un día tenga que valerse por ella misma y tiene que ser capaz de hacerlo.” Y pasé la selectividad con nota.

Muchos días paseaba con mi abuelo y pasábamos por la pollería de la señora Cecilia y él siempre me decía lo mismo. “A esta mujer trátamela bien siempre, que en su vida ya ha sufrido para dar y tomar” Parece ser, que hace muchos años, la señora Cecilia tenía un novio de aquí del pueblo, y una noche, en una redada, la policía lo arrestó y no se volvió a saber de él. Ella con el sofoco se fue del pueblo tres meses después. Hay quien dice que se fue a abortar, pero mira, yo no tengo pruebas, y a mi el cotilleo no me va. La cuestión es que se fue y no volvió hasta cuatro o cinco años después, y eso a mucha gente le pareció raro. Su familia le ayudó a montar la pollería y a partir de ahí se desentendieron de ella por completo. Normalmente es el ama de casa la que va a comprar. Pero su familia no iba nunca. Ellos mandaban a la criada. De hecho, cuando Cecilia abrió la pollería mi abuela tampoco iba. Iba a otra, a la que habíamos ido toda la vida y que quedaba más lejos. Un día mi abuelo le dijo: “Mira Marita, en esta casa, mientras Cecilia tenga la pollería abierta y yo siga vivo, se le comprarán los pollos, las gallinas, los huevos y los conejos, a Cecilia; y si no en esta casa no se comerán pollos, gallinas, huevos ni conejos; y si lo compras en cualquier otro sitio, yo me enteraré, y tú y yo tendremos problemas, ¿estamos de acuerdo?” Cuando era pequeña mi madre me mandaba a mí a comprar donde la señora Cecilia y ella siempre me daba un trozo de pollo, o de gallina y me decía: “Toma, esto es para tu abuelo, para el caldo, pero no se lo digas a nadie eh?” A veces, cuando vamos a recoger a mi madre después de misa, los domingos, la veo paseando, siempre triste, siempre sola.

Es que los domingos vamos a comer a casa de mi madre, o a la de mi suegra, cada domingo a una, pero antes vamos, con el hermano de Paco y su mujer, a tomar el vermú al bar de Pepe y Marieta. Menudo par, su historia no tiene desperdicio... –un momento. (Aparta la mesa hacia un lado del escenario y acerca el sillón y la lámpara al proscenio. Se sienta.) Ellos son del pueblo de toda la vida. Vivían en la misma calle, prácticamente pared con pared. Pero se llevan cinco años de diferencia, y claro, como cuando eres joven, y con esa diferencia de edad no terminas nunca de juntarte, y nunca llegas a conocer a las demás pandillas, pues no se conocían. La cuestión es que hace años, los dos, por separado claro, decidieron irse a Francia a trabajar, a París. Pepe empezó trabajando en los subterráneos de París, es un gran conocedor del metropolitain, pero acabó de cocinero en un restaurante del Boulevard de las Malas Hierbas, que era lo que de verdad le gustaba. Marieta se fue a servir, pero acabó de camarera en un restaurante del Boulevard de las Malas Hierbas, el mismo que Pepe. Y claro, se encontraron. Alegría y sorpresa, ¡imagínate!, es que la española cuando besa...

Pepe por aquel entonces tenía una novia francesa, según él, muy repipi, pero cuando vio a Marieta... se acabó la novia, y se acabó el repipi. Se enamoraron perdidamente; empezaron a salir, y en cuanto pudieron cogieron todo lo que habían ganado y volvieron al pueblo. Aquí se casaron y montaron el bar París. Pepe se encarga de la cocina: desayunos, almuerzos, aperitivos, tapas, comidas, meriendas y cenas. Marieta le ayuda, pero su trabajo está en el salón, atender a los clientes, tenerlo todo a punto, y es delicadísima. Pone copas de agua y de vino, no de las caras, pero copas. La cubertería siempre brilla; siempre saca bajoplatos de decoración. Una de las cosas que más me gustan es que pone manteles de tela, de cuadros pero de tela. No soporto los manteles de papel, son un quiero y no puedo, además que siempre pasa lo mismo: Un día sales a comer con los amigos, y tu marido, como siempre, coge el cuchillo y empieza a cortar el mantel. Tienen esa manía, como si no se les ocurriese nada mejor. O sino, coge el bolígrafo y empieza a practicar la firma y ya tienes la mitad del mantel todo rallado. Y claro, los niños lo ven todo y lo copian todo. Y llega el día de Navidad, y comemos toda la familia, y tú preparas la mesa, con un mantel de lino, blanco, perfecto, nuevo, y llega el niño y, o intenta cortarlo con el cuchillo, o coge el boli de su tío y se pone a dibujar, ¡y tú te pasas toda la comida histérica! Pero es que... y mira, llámame maniática si quieres, pero las formas en la mesa son importantes, y Marieta las tiene.

Paco y yo fuimos a París de luna de miel precisamente por Marieta, porque si llega a ser por Pepe. Pepe no para de renegar: “¿Francia? Francia es una puta mierda hombre. Ahí te matas a trabajar más horas que un tonto por una miseria, y siempre eres un emigrante, un citoyen de segunda categoría. ¿Yo?, yo no pienso volver, mira bien lo que te digo.” Marieta es todo lo contrario, es más romántica, como yo, y siempre me decía: “Vete a París mujer, yo me enamoré en París.” Y fuimos a París. La verdad es que a mi me hacía muchísima ilusión, porque en el Instituto, había estudiado la Revolución Francesa y yo tenía muchísima curiosidad por ver la torre de la Bastilla –mi madre se ha pasado la vida diciéndome que soy una chica demasiado curiosa–, pero yo quería ver esa torre enorme, toda negra y mohosa donde habían guillotinado a tantos… reyes, duques, marqueses... vamos, que les habían cortado la cabeza. Cuando llegamos a París, de la bastilla solo quedaba una columna y cuatro piedras. ¡Ya ves tú que chasco! Pero bueno, mejor, porque tener esa torre toda negra y sanguinolenta al lado de edificios como la ópera, o la plaza de los Vosgos, queda… no se, como poco elegante.

PRESENTADORA: (Se levanta y le habla directamente al público.) Los viajes de novios, amigas, la luna de miel, ese viaje que marca el inicio –y, posiblemente el destino– de nuestra trayectoria como pareja. ¿Dónde decidimos iniciar nuestra vida como pareja? ¿Cómo decidir cuál será nuestro paraíso, nuestro lugar especial, allí donde tanto amamos y nos dejamos amar? Amigas, amigos, deben pensarlo bien: decidir el sitio donde van a celebrar su amor, es esencial. Decidir correctamente. Pueden ir a la vieja Europa, a nuestra Europa; el viejo continente. Lleno de cultura, arquitectura, pintura, historia, romanticismo... O cruzar el charco y hacer las américas, ir a la Gran Manzana, a la capital mundial de la modernidad. Pero yo, queridas amigas –y amigos–, desearía proponerles otro viaje. ¿Por qué no ir a un paraíso permanente? Un paraíso inextinguible. Eterno. A una isla tropical, por ejemplo. Una isla bañada por un mar transparente, translúcido, con una arena blanca o dorada, pero brillante, y con un sol caliente, que tuesta la piel, que enciende la pasión, que quema, que quema... Como también podríais quemar vuestra casa amigas. Prenderle fuego. Incendiar la casa entera empezando por las cortinas; encenderlas desde abajo y que el fuego se las vaya comiendo, que vaya subiendo y que los trozos de tela calcinada vayan cayendo poco a poco hasta que se derrumba el riel. O si tenéis stores, ver como esa tela dura se va arrugando, y como las varillas de plástico empiezan a derretirse y a adoptar las formas más modernas, queridas amigas, y se funden encima del parquet... (Reprimiendo el llanto.) Ese parquet buenísimo, de la madera más cara, que vuestros suegros os dieron como regalo de bodas, amigas. Y el fuego también empieza a quemar el parquet, ¡y llega al sofá! Ese sofá de micro fibra rojo tan fácil de limpiar, tan práctico y tan moderno, empieza a abrasarse. Primero la tela, la fibra sintética desaparece rápidamente, y la espuma se empieza a llenar de agujeros igual que todo se llena de humo y te asfixia. Y el fuego pasa a la estructura de madera que también se achicharra para siempre. Y entonces, ves la mesa, la mesa de aluminio y vidrio, que está al rojo vivo y tú te pones unos guantes de amianto para poder agarrarla y estamparla contra la pared, esa pared de color teja que tu sobrina escogió y que hace tan buen juego con ese incendio… (Reprimiendo el llanto.) ese incendio que es el nuevo dueño de vuestra casa, amigas, y sin pensarlo dos veces la coges y la tiras por la ventana y oyes como esa placa de vidrio de 5 cm. de espesor se estrella contra el suelo, estallando en mil pedazos y lanzando en todas direcciones los añicos de tu corazón. Y entonces vosotras, queridas amigas, estimadas amigas, huís, desaparecéis, os salváis.

PACO: Cariño, ya estoy en casa. ¿Qué hay de comer?

(La MUJER vuelve a colocar los muebles rápidamente en su sitio. Se sienta. Se seca las lágrimas. Se pone las gafas.)

PRESENTADORA: Ay, amigas, desgraciadamente y como ya suele ser costumbre en nuestro programa, se nos ha acabado el tiempo, nuestro propio tiempo. Pero no lo olviden, les emplazamos a todas a la próxima edición de su programa, La Sal de la Vida. Hasta entonces, que pasen muy buen día.

(Oscuro.)


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